Ahora que ya se han apagado los ecos del pasado Mundial de Fútbol, que ya todo el mundo ha olvidado el éxito de Marruecos, cuando ya han pasado algunos meses de las declaraciones de Tahar Ben Jelloun sobre la literatura árabe, es momento de volver sobre el tema. Cada 20 de marzo se celebra el Día Internacional de la Francofonía, concepto que aglutina a todos aquellos que comparten el francés como idioma común.
Es cierto, España no pertenece a este grupo, aunque en una pequeña localidad gerundense, Llivia, el francés aparece como idioma minoritario junto al catalán y español que son las lenguas oficiales.
Decía Ben Jelloun en elDiario.es: ¿Cuántos españoles se gastan 20 euros en leer a un escritor árabe o marroquí? Quienes se acercan a nosotros son personas convencidas, pero no veo un amor loco por nuestra literatura.
Así es, somos unas cuantas las personas convencidas en un país en el que el francés se ha visto relegado en favor del inglés. Un país en el que la lectura no goza de excesiva consideración, en el que la lectura se ve cada día suplantada por los artilugios móviles invadidos de intrascendencia cuando no de pura ignorancia; un país en el que sólo el 35% de la población lee…
Aprovecho estas líneas para recomendar algunos libros de autores francófonos, desde Georges Simenon y su descripción de la vida de provincias en Les demosiselles de Concarneau al libanés Amin Malouf y su conocidísima Léon l´African, pasando por el mismo Ben Jelloun y su nuit sacrée, o la trilogía de Yasmina Khadra sobre el conflicto entre Oriente y Occidente, de la que Les hirondelles de Kaboul está tristemente de vuelta a la actualidad. Recomendable también Palestine, del escritor de origen tunecino Hubeert Haddas o la desgarradora y cruda Allah n´est pas obligé del costamarfilense Ahmadou Kouruma. Son lecturas que harán sin duda aumentar el número de convencidos por los escritores árabes.
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