Cada año, en el pequeño pueblo de Yulin, China, tiene lugar el festival “Lychee and Dog Meat Festival”, comúnmente conocido como el “Festival de Lichi y carne de perro de Yulin”.
En él, miles de perros y gatos son brutalmente asesinados para comérselos.
Muchos de ellos son callejeros y otros muchos son mascotas de familias, que aún llevan el collar puesto cuando son robados y metidos en pequeñas jaulas para poder cocinarlos vivos y apalearlos hasta la muerte.

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Durante el largo trayecto, sin agua y son comida, muchos mueren por lesiones, asfixia, deshidratación o llegan desfallecidos.
Pero todavía queda lo peor. ¿Cocinado vivo? ¿Apaleado hasta la muerte? Exactamente.
Esos son los sanguinarios, crueles e inconcebibles métodos que utilizan para matar a los animales, delante de miles de personas, antes de ser servidos al público.
Los tiran al agua hirviendo para desgarrarles la piel estando vivos, los cuelgan y los golpean, mientras los demás perros y gatos ven con terror lo que está sucediendo.
El festival se celebró por primera vez en 2009 y arranca en junio con cada solsticio de verano. Atrae a miles de visitantes que eligen el contenido de su puchero de entre los canes expuestos vivos y enjaulados.
Son 10 diez eternos y agónicos días de festival en los que se mataban alrededor de 20.000 perros y 15.000 gatos de las formas más brutales posibles. Actualmente se estima que esa cifra ha disminuido.





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Este año, ni la crisis sanitaria global, ni las, cada vez más numerosas, protestas de animalistas han podido frenar el evento.
Pero quizás, gracias a la pandemia, se pueda dar un paso hacia adelante para ponerle fin al festival.
Ante la creencia de que el nuevo coronavirus emergió en un mercado de animales vivos en Wuhan, el gobierno chino prohibió, en febrero, el comercio y consumo de animales salvajes y ordenaron el cierre de mercados similares.
El primer ministro Li Keqiang advirtió que “la caza ilegal y el tráfico de animales salvajes recibirá castigos muy duros”.
Lo malo de esta prohibición es que es sólo temporal, por causa del coronavirus.
Una situación idéntica ocurrió en 2003, donde la venta de animal salvaje en un mercado chino desencadenó la epidemia SARS. La venta de animal salvaje se prohibió, igualmente sólo de manera temporal y cuando finalizó la epidemia los mercados de carne y el interés de la gente volvió a resurgir como anteriormente.
Sin embargo, este año, la pandemia ha activado nuevas acciones que podrían suponer el cambio.
Wuhan ha ampliado esta prohibición durante de cinco años. Formará parte de un plan más amplio en todo el país que comprará los animales a los ganaderos que crían especies salvajes. La administración local de la ciudad china ha asegurado que Wuhan se convertiría en un “santuario de vida silvestre”, se prohibirá toda la caza de animales salvajes, salvo excepciones como investigación o control de población, y se ayudará a los criadores de estas especies para cambiarlas por el cultivo de frutas, verduras, plantas de té o hierbas para la medicina tradicional china, o para criar otros animales como cerdos y pollos.
Medidas similares existen en otras ciudades de China, pero que se han hecho permanentes. Beijing, Shenzhen y Zhuhai se han convertido en las tres primeras ciudades chinas en prohibir el consumo de perros y muchas otras podrían hacer lo propio en meses venideros.
Y, a finales de mayo de este mismo año, el ministerio de Agricultura anunció una nueva ley, a tenor de la cual los perros pasaron a ser “animales de compañía”, en lugar de “ganado”, lo cual podría ayudar bastante en augurar un buen futuro encaminado a la clausura definitiva de este terrible festival.
Organizaciones como Humane Society International, Vanderpump Dogs, Lychee Project, o Last Chance for Animals, que trabajan activamente desde hace años en esta causa, disponen de una página web donde poder firmar la petición para ponerle fin al festival de carne de Yulin. Puedes encontrarlas en los enlaces anteriores.
Según el grupo de derechos animales Animals Asia, se estima que, sólo en China, 10 millones de perros y 4 millones de gatos son sacrificados por carne cada año, además de los miles de tigres, tortugas, osos, mapaches, lobos, erizos, camellos, marmotas, zorros, monos, serpientes, ratones, murciélagos, ciervos, alpacas, tiburones, cobras, ranas, ciempiés, pangolines y un sin fin más de especies que incluye la comida china.

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