El otro día vi por Instagram a una amiga subir fotos de la exposición de Rodin y Giacometti en la fundación Mapfre. Le dije que tenía que ir, que qué tal estaba, y me dijo que interesante aunque poca cosa. No me lo pareció cuando fui con mis compañeros. Salí fascinado.

Nada más entrar nos encontramos con los Burgueses de Calais, de Rodin, una impactante escultura sobre todo por las proporciones. Leemos que el padre de la escultura moderna logró dar a cada figura una expresión distinta en esta escultura.


También vemos la ligera, pero potente desproporción en las manos de los personajes, muy expresivas. Más adelante vamos descubriendo cómo comienza a jugar con los pedestales y con la mutilación de las esculturas, como El Caminante o El Pensamiento.


Al principio no tenía la sensación de ver esa ruptura con otras esculturas más clásicas, pero cuanto más leía sobre Rodin, más me iba fijando en los detalles y comprendía su modernización de la escultura.

Otra escultura que me gustó mucho fue Las tres sombras, además por la posición en el museo podías verla en 360 y ahí me di cuenta de que algunas partes de los brazos y manos no estaban terminadas, como incidiendo en la forma de flecha que forman las tres figuras hacia el centro. He ido cinco veces a París y no pienso ir una sexta sin visitar el Museo Rodin.

Giacometti fue más allá. Aprendiendo del maestro, llevó el uso de pedestales y deformación de la “figura clásica” al límite. Según paseábamos por el museo, pronto logramos detectar cuál era de Rodin y cuál de Giacometti.

Lo que me llevó algo más fue detectar las diferentes etapas. Al igual que Rodin fue cada vez rompiendo más sus esculturas, en Giacometti veía, sobre todo en las cabezas, unas más naturalistas y otras más exageradas, más acuchilladas, más delgadas…

Entonces le di otra vuelta a la exposición y me fui fijando en las fechas. Me di cuenta que Giacometti vivió las dos Guerras Mundiales y cómo las esculturas de después de los años 50 tenían más “violencia” sobre ellas: el número de arrugas o cortes era mayor, las figuras más delgadas, etc. Consciente o inconscientemente, vivir eso marca.

También, en las composiciones de figurines sobre pedestales no pude evitar relacionarlo con el avance de Gordon Craig en escenografía: el cuerpo en el espacio.

Me parece que fue muy enriquecedor, sobre todo porque, pese a que algunas esculturas ya me sonaban de haberlas visto, era un completo ignorante en tema de escultura y ahora siento que tengo un par de grandes artistas en la cabeza.